“Cómo ser una mujer científica feliz y no morir en el intento” es un artículo que nos compartió la Dra. Hanna Oktaba, lo escribió en 1995 para el Programa Universitario de Género. A través de varias anécdotas aborda el tema de la mujer en la ciencia desde su experiencia personal.

El artículo está dividido en capítulos que publicamos cada semana. Les dejamos el tercero: “La falda hippie”.

Primer capítulo: “Contexto social”

Segundo capítulo: “Familia vs Escuela”

(La nota está narrada en primera persona porque es una transcripción del artículo original, la autora es la Doctora Hanna Oktaba)


Belleza o Matemáticas… ¡Y!

Con respecto a qué tan fácil o tan difícil era para mí continuar con esa carrera, me acuerdo de un pequeño episodio.

Yo, con poca modestia, puedo decir que de joven era una muchacha bastante atractiva, me gustaba además vestirme a la moda a pesar de que en Polonia no era fácil conseguir ropa bonita. Pero yo aprendí a coser y a hacer con mis propias manos lo que me gustaba vestir.

Todos saben que la carrera de Matemáticas es una de las carreras más difíciles y más duras en cualquier universidad. En Polonia, particularmente en esa época era de las carreras más difíciles gracias a la reconocida escuela polaca de Matemáticas.

Tuve la suerte de tener los mejores profesores, los más destacados, que daban cursos en el primer y segundo año de la carrera de Matemáticas.

Regresando a mi condición de mujer y mis aspiraciones científicas, me acuerdo de un episodio de las primeras semanas de mis estudios en Matemáticas. Estaba regresando después de asistir a unos cursos, era de noche y salimos en un grupo, todavía no nos conocíamos unos a otros.

Esperando el autobús se me acercó uno de mis compañeros, me miró de reojo y me dijo: ”Las muchachas como tú no aguantan carreras como ésta”

Me acuerdo que esa frase me cayó como un rayo y pensé: “¡Ay, este hombre cómo es un…!” Bueno, pensé lo peor de ese muchacho pero esa frase me estimuló muchísimo para que yo me dedicara, con todas mis ganas y todos mis esfuerzos para poder realmente aguantar y sobrevivir los primeros años muy duros de la carrera de Matemáticas.

Terminando ese primer año ya no encontraba a ese joven.

Yo felizmente terminé la carrera y a este joven nunca más lo volví a ver, entonces sospecho que quien no aguantó fue precisamente él.

Reconozco que le debo el pique que me dio para que yo insistiera y siguiera con buenas calificaciones en esa carrera.

La falda hippie

Otro episodio, que también fue significativo en un momento dado para mí, está relacionado con la apariencia de las mujeres en este tipo de carreras. Como lo comenté antes, a mí me gustaba vestirme a la moda y era de las muchachas atractivas visualmente, mientras que la mayoría de mis compañeras de estudios trataban de no distinguirse del ambiente.

Me acuerdo del único examen que reprobé durante mis estudios, fue en el segundo año. Yo siempre trataba de prepararme muy bien para los exámenes finales. En esta ocasión estudié mucho para la materia, y me acuerdo que había un teorema, entre varios que teníamos que preparar, entender y luego exponer para el examen, cuya demostración no entendí.

Pero como me di cuenta tarde de que no lo entendía, ya no tuve tiempo para buscar quién me lo explicara, no entendía la explicación del libro ni mis notas, entonces prácticamente estaba bien preparada de todos los demás excepto ese único teorema. Me presenté al día siguiente temprano al examen, nos invitaban a dos o tres personas, nos dejaban sortear las preguntas, teníamos cierto tiempo para contestarlas por escrito y luego nos teníamos que nuestra respuesta.

En esta ocasión llegué, junto con mis dos compañeras, las mejores alumnas del grupo de nuestro año.

Yo tenía en ese entonces 20 años, y andaba en la onda, eran principios de los 70’s, estaban de moda los vestidos largos estilo hippie, de muchos colores, floreados, yo me corté el pelo de un centímetro, usaba lentes que tenían el armazón de color naranja, un vestido largo floreado, pintada, por supuesto, y así me presenté al examen de este curso.

Mientras que mis compañeras se presentaron con faldas largas azul marino y blusas blancas, muy solemnes.

El profesor nos invitó a las tres para presentar el examen.

Por supuesto, la pésima suerte que tuve fue que la primera pregunta que me tocó fue, precisamente, demostrar el teorema que sabía que no lo entendía bien. El profesor con intuición masculina me preguntó por el punto de la demostración que yo no entendía, y como se dio cuenta de eso, sin más, me puso la calificación NA y me mandó a la segunda vuelta. Mis dos compañeras salieron con calificación MB del mismo examen sin ningún problema.

Esta experiencia me hizo reflexionar.

No sabía a ciencia cierta si tuve tan mala suerte de que entre los papelitos de las preguntas, que yo escogí, me tocó exactamente lo que no sabía, o que tal vez la culpa era mi apariencia de mujer que, era tan distinta de las dos compañeras que se sacaron MB. Me quedé pensando que podía ser la segunda, porque de las tres preguntas que me tocaron, solo me preguntaron una y no me preguntaron por otras dos de las cuales sí sabía la respuesta.

En otras ocasiones, si uno sabía unas cosas y nada más fallaba en algo, entonces normalmente los profesores hacían preguntas adicionales o trataban de encaminar a uno para obtener la respuesta correcta. Mientras que en mí caso, al ver que no supe contestar bien la primera pregunta, el profesor ni se fijó en las otras respuestas y simplemente me reprobó desde el inicio.

El ambiente de Matemáticos e Informáticos en Polonia, y en otros lados, está dominado prácticamente por los hombres. No me decepcioné con esas primeras experiencias de mujer en esta carrera, en cambio…


Cuarto capítulo: Maternidad vs Doctorado

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