“Cómo ser una mujer científica feliz y no morir en el intento” es un artículo que nos compartió la Dra. Hanna Oktaba, lo escribió en 1995 para el Programa Universitario de Género. A través de varias anécdotas aborda el tema de la mujer en la ciencia desde su experiencia personal.

El artículo está dividido en capítulos que publicamos cada semana. Les dejamos el tercero: “Maternidad vs Doctorado”.

Primer capítulo: “Contexto social”

Segundo capítulo: “Familia vs Escuela”

Tercer capítulo: “La falda hippie”

(La nota está narrada en primera persona porque es una transcripción del artículo original, la autora es la Doctora Hanna Oktaba)


El ambiente de Matemáticos e Informáticos en Polonia, y en otros lados, está dominado prácticamente por los hombres. No me decepcioné con esas primeras experiencias de mujer en esta carrera, en cambio escogí el área de Informática después del segundo año.

Los últimos tres años de mis estudios los disfruté mucho. Me empezó a gustar el área que escogí y tuve mucha suerte de tener contacto con los profesores que realmente tenían ideas interesantes, con muy buena preparación, que nos animaban mucho a los jóvenes. Tuve la oportunidad de que cuando me titulé, presenté mi tesis, el profesor que fue mi tutor me propuso que me quedara en la universidad como ayudante de profesor. En esa época eso fue una distinción muy importante para los egresados de una carrera. No lo pensé dos veces.

Familia o Trabajo Académico

Desde que empecé a trabajar realmente comenzó mi vida de adulto.

Terminando la carrera ya conocía desde hace un año a mí futuro esposo, él es electrónico. Los dos terminamos nuestras carreras al mismo tiempo, empezamos a trabajar y en un año más, cuando ya los dos teníamos trabajo, teníamos dónde vivir y de qué vivir sobre todo, decidimos casarnos.

Por suerte, en Polonia en esa época casarse no significaba dejar tu trabajo. Ni me pasó por la mente esa posibilidad.

Ninguna mujer, independientemente de que sí trabajaba en la universidad o en cualquier otro lado, se retiraba del trabajo por el puro hecho de casarse. Aquí mi elección de continuar en la academia fue sencilla, más bien automática.

Materninad vs Doctorado

Trabajé un año más, y como cualquier joven matrimonio decidimos tener nuestro primer hijo. Así nació en el año 77 mi hija Kasia. Desde que me quedé embarazada yo ya sabía que iba a ser una niña y le di un nombre. Todo mi embarazo lo disfruté mucho, le hablaba a Kasia y estaba realmente feliz. Pero, precisamente cuando me embaracé se presentó otro evento que tuvo impacto sobre el resto de mi vida y mi carrera académica.

Como les comentaba, me casé un año después de empezar a trabajar en la universidad y quedé embarazada como un año después; es decir ya tenía dos años trabajando como ayudante. Mis profesores y colegas del grupo del departamento donde estaba contratada, ya tenían cierta opinión de mi desempeño como ayudante de profesor, ya tenían una idea clara de mis posibilidades intelectuales.

El jefe del departamento al que estábamos asociados tenía la responsabilidad de estimularnos a los jóvenes para continuar nuestros estudios a nivel de doctorado.

Según el sistema polaco, después de dos o tres años de trabajar en el ámbito académico, uno podía optar por hacer sus estudios de doctorado dentro de la misma universidad. Me acuerdo precisamente del día cuando el jefe del departamento me dijo: “Hanna, necesito platicar contigo. ¿ Cuándo tomamos un té?”. Esto sucedió unos días después de que me confirmaron que estaba embarazada y yo andaba dando vueltas para encontrar la manera de decir a mis compañeros que estaba esperando un bebé.

Entonces le contesté a mi profesor que con mucho gusto, porque yo también quería hablar con él. Me acuerdo exactamente del lugar en que nos sentamos, las sillas, la mesa, de cómo estaba vestida; lo tengo muy presente. Yo no sabía, no presentía de qué me quería hablar mi profesor. Estaba concentrada por completo en esa felicidad enorme que llevaba por dentro, embarazada por primera vez.

Todas las mujeres sabemos que esa sensación es como de incredulidad, porque los exámenes nos dicen que estamos embarazadas, pero nuestro cuerpo todavía no empieza a sentir mayores sensaciones. Pero ya prácticamente no podemos pensar en otra cosa que no sea nuestro cuerpo y nuestro estado, esperando alguna señal de sí realmente lo que nos están diciendo los doctores es verdad.

Yo estaba en ese estado de concentración de embarazada primeriza, mientras que mi profesor, quien se sentó enfrente de mí, me empezó hablar de que ya era hora de que yo pensara en estudios de doctorado. Entonces, cuando él me dijo eso, que quería que yo me metiera en el programa de doctorado, yo casi me desmayo, porque iba a contarle de la sorpresa que yo estaba esperando.

Además, quiero comentar, que esa propuesta de entrar en un programa de doctorado, también significaba cierta distinción de mi persona entre otros compañeros de más o menos la misma antigüedad que yo; distinción de que a mí se me estaba viendo como una buena candidata para realmente quedarse en el trabajo de investigación.

Esa distinción debería de ser muy importante para mí, pero en ese momento yo me asusté mucho porque, por otro lado, sabía que el embarazo me iba a impedir poder trabajar a todo volumen, con toda la dedicación y con toda la fuerza que se necesita para hacer un doctorado. Entonces, con mucha vergüenza y con el sentimiento de culpa le confesé a mi profesor que le agradecía mucho la oferta y su sugerencia de entrar en el programa de doctorado, pero que yo estaba precisamente en el estado de embarazo que tal vez me impediría eso.

Mi profesor se portó muy compresivo, me explicó que los dos primeros años del doctorado eran como años para prepararse y profundizar en ciertas áreas, definir el proyecto, y que entonces eso era totalmente compatible con la etapa de embarazo y luego el primer año de la vida de un bebé, y que yo podría fácilmente con uno y con el otro.

Así me convenció de que no era incompatible aspirar a hacer un doctorado y tener un hijo y yo se lo creí...

Jaja después casi me arrepiento. Fue realmente muy duro.

Tal vez la época del embarazo no fue tan difícil en el principio. Pude realizar actividades, además no era un embarazo complicado, pasé muy bien, sin mayores efectos los primeros meses. Pero tuve otro compromiso que cumplir que era escribir un libro de Computación, junto con mi compañera, sobre el área que estudiamos las dos para nuestras tesis de licenciatura.

Mi profesor nos llevó a una editorial y nos comprometieron para ese libro antes de que yo me embarazara, teníamos un años para hacerlo. Me tocó trabajar sobre ese libro al final de mi embarazo y en los primeros meses de la vida de mi hija.

El primer año de vida de mi hija fue tremendo, los primeros tres meses, por supuesto, se perdieron, pero me recuperé y me concentré, decidí que tenía que hacer algo a partir más o menos del cuarto mes. Entonces empecé a trabajar, a tener horario de trabajo entre las diez de la noche y las dos de la mañana, cuando mi hija más o menos estaba dormida. Esa vida casi sin sueño, durante el primer año fue muy dura pero a la vez me estaba llenando de satisfacción. Creo que gracias a esa satisfacción de ver crecer sana a mi hija, y a mí misma concentrarme y trabajar, y no nada más dedicarme al cuidado de la bebé, fue lo que me motivo a seguir con las dos cosas.

Además, mis compañeros del programa de doctorado fueron tan amables que los seminarios que teníamos cada semana como obligatorios para el grupo de los candidatos a doctorado, que normalmente se desarrollaban durante el horario de la mañana, lo cambiaron para las cinco de la tarde para que yo pudiera asistir.

Mi esposo regresaba a las cuatro de trabajo, entonces él se podía hacer cargo de la niña y yo me iba a los seminarios para poder seguir teniendo el contacto con mis compañeros. Eso se los agradezco mucho; fue un gesto, por parte de ellos, para no dejarme fuera y eso ayudó a que ese primer año lo sobreviviera y no me despegara por completo de las actividades académicas.

¿Qué otros recuerdos son importantes, que tuvieron impacto en mi vida profesional?…


Quinto capítulo: La llegada a México

Deja un comentario